El Nou Camp se vistió de gala para asistir a una nueva edición del club de
Ayer Marcelino se empeñó en hacer su monólogo. Fue irónico, pero no tuvo gracia. No tuvo ni pizca de gracia. Es más, aumentó, todavía más, el ridículo de un equipo que ni se asomó al túnel de vestuarios del Nou Camp. Alguno, del Barça claro, dirá: ¡Qué majo este Marcelino! ¡Qué bien se toma las derrotas, por dolorosas que sean! Mira que decir que el entrenador les dice a sus jugadores que le regalen el balón al rival. Jajajajaja. Pues anda que eso de que volverá como ha venido, andando. Jajajajaja si es que como diría uno que sí que ha pasado por el club de la comedia, pero el de verdad, Paco León, el Luisma en Aída: Es que me troncho y me mondo. Jajajaja. Pues nada, Marce: Caminante, no hay camino, se hace camino al andar…
Ironías aparte, porque todos sabemos ser irónicos, creo que lo de ayer tiene que suponer un punto de inflexión. A partir de esta derrota, el Real Zaragoza tiene que decidir hacia dónde quiere apuntar: hacia la zona tranquila o hacia la zona de descenso. Apenas llevamos una quinta parte del campeonato y me parece muy fuerte hablar ya de finales en La Romareda pero yo, que soy un amante de las estadísticas, miro la clasificación y ceo lo que ha hecho el equipo lejos de casa y me hecho a temblar. Vale que hemos ido al Pizjuán, al Calderón y al Nou Camp, pero es que la siguiente salida es a Mestalla. Y si no cambia mucho la situación volveremos de vacío… o con otro saco. Sólo empatamos en El Molinón… ¡como el Real Madrid!
Espero que Marcelino no sea tan irónico con sus jugadores y les diga las cosas que tiene que decirle para que se pongan las pilas. Que la derrota, como tal, es lo de menos. Lo que importa son las formas de perder y la imagen que da el equipo, las sensaciones que deja. Y las de ayer son para echarse a temblar.
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